jueves, 25 de julio de 2013

ALBERT NOBBS (2011)

  Glenn Close buscaba con esta producción en la que ella pone también la pasta conseguir su ansiado Oscar y lo cierto es que a punto estuvo de ello. Sin embargo, en esta ocasión no se lo merecía. No digo que no haga un buen papel como el retraído  y pusilánime mayordomo de un viejo hotel dublinés del siglo XIX. Pero el excesivo maquillaje ( no sé porque tanto con sus facciones hombrunas) y su encorsetada manera de actuar ( quizás todo el atrezzo de ir disfrazada de hombre lo necesitaba) le resta mucha credibilidad, aunque como digo, siempre Close está bien, pero deja escapar una oportunidad a huevo. Por otro lado la película ( con varias nominaciones al Óscar) no aporta mucho a la consabida historia de la mujer que tiene que fingir ser hombre para poder subsistir en una sociedad machista y arcaizante. Nobbs atiende desde hace décadas en un hotel aristocrático y, como todo el servicio, habita en las habitaciones del ático. Debajo de un trozo del suelo deposita todos sus ahorros, que han llegado a ser ingentes. Su ilusión sería ahorrar lo suficiente para establecerse por su cuenta pero la soledad le atenaza.

   Un día llega un pintor para reparar algunos desconchones del avejentado edificio. Como debe hacer cama la regente decide que duerma en la habitación de Nobbs. Él se resiste pero finalmente debe dormir con el grandullón pintor de brocha gorda. El problema se suscita cuando una pulga le obliga a desnudarse advirtiendo entoces su compañero que es una mujer. Aterrorizado, Nobbs le promete  el oro y el moro para que no revele su secreto, que le costaría el trabajo y el honor. Sin embargo, sorprendido, descubre que el pintor grandote es también una mujer que se hace pasar por un hombruno obrero, es un travesti. Y para su sorpresa, está casado con una mujer. Esta actriz, Janet McTeer, está soberbia en su papel. Ella ( o él) consiguen animar a Nobbs, que sueña con tener también esposa y regentar un pequeño estanco. La elegida por Albert parece ser una de las camareras, muy mona ella (  Mia Wasikowska), en un nuevo papel a su medida. El problema o inconveniente es que se ha enamorado de un truhan que la deja embarazada.(todo muy tópico y típico, ¿verdad?).

    Como podemos comprobar la historia es lo de siempre, está muy trillada ya, en mi opinión. No aporta nada nuevo, solo el ver a una desesperada Close en busca de reconocimiento en un papel inverso al de Tootsie ( Dustin Hoffman) pero que no llega ni a la altura del betún. Técnica y formalmente la película está bien, aceptable: buena ambientación y escenografía adecuada, vestuario correctamente seleccionado y escenas agradables de exteriores, como la de la playa. Los decorados interiores muy conseguidos también. La música correcta y preciosa la canción de Sidney O'Connor.  Y el director, Rodrigo García, continúa aquí su carrera ascendente.

 Sin embargo la película se queda en un ensayo a mayor gloria de Glenn Close aunque no hay que desdeñar la enseñanaza social que aporta, de una Irlanda puritana y atrasada, pacata, vergonzante, extremadamente dominada por el catolicismo imperante y la relación de este mundo con una homosexualidad que se debe esconder a toda costa.  
 

martes, 16 de julio de 2013

LOS FANTASMAS DE GOYA (2006)

      Francisco de Goya y Lucientes fue uno de los mayores innovadores de la Historia de la pintura. Lo malo de la película, en mi opinión, es que Goya queda un tanto marginado de toda la trama. Es  prácticamente irrelevante su aparición. No se pone el acento en su personalidad y en su obra. La historia se centra más en los aspectos truculentos de la historia de la protagonista femenina, Inés( Natalie Portman) que siendo de la mediana nobleza, es entregada a la inquisición donde sufre todo tipo de vejaciones y torturas. Su verdugo es el cruel padre Lorenzo ( Javier Bardem) que llegará a violarla en la lúgubre y fétida prisión. 

   Los padres de ella, desconociendo su destino acuden a Goya( que la había retratado) para que interceda por ella, sabedores de que Lorenzo es un cliente distinguido y que también está siendo retratado por el pintor. Pero de nada sirve esa mediación, tan solo queda el buen sabor de boca de ver cómo es humillado y vilipendiado por el padre en una cena a la que se había comprometido a asistir  y en la que se había negado a ayudar a la familia de la pobre chica.

  Por los avatares de la invasión napoleónica y la Guerra de Independencia, la inquisición será abolida y España, gracias a los afrancesados de los que Goya era seguidor, comenzará, bajo el reinado de José Bonaparte, a avanzar en un todavía incipiente liberalismo. El padre Lorenzo huirá y, después aparecerá en España convertido en un revolucionario, transmutado en sus ideas, encarcelará a los que antes habían sido sus compañeros de torturas. Entonces traerá mujer e hijos.

 Mientras tanto ya Inés, desdentada y enferma mental, había sido liberada al desaparecer la inquisición. Los terribles años en presidio dejan en ella unas enormes secuelas. Ella querrá encontrar a su hijita, arrebatada por la siniestra organización religiosa. Acudirá a Goya, pues sus padres han muerto fruto del fulgor revolucionario y ambos tratarán de encontrarla. Goya pedirá ayuda al antes cura e inquisidor y ahora oficial napoleónico pero, otra vez, será vil y cruel con su anterior víctima. No hará nada por ayudarla, la internará en un manicomio, empeorando todavía si cabe su delicada situación mental.  La hija, Alicia, fiel retrato de la madre, interpretada por la  misma Portman, no llegará a conocer a la madre y será prostituta para ganarse el sustento.

   La película es muy mejorable por toda una serie de avatares. Parece imposible así calificarla con la dirección de Milos forman, guión de Jean-Claude Carrière y los actores de primer nivel que actúan: Bardem, Portman, etc. y sin embargo el que mejor está en su papel es Skarsgard como Goya que aunque no decisivo en el argumento, hace una interpretación más que creíble. Bardem está muy mal, no sabemos si por su propio auto-doblaje.  Y Portman, con su belleza arrebatadora que siempre sabe ganarse el favor del público, está justita, aunque tiene el mérito de interpretar dos personajes que tienen matices diferentes y aparecer en el primer papel, el de Inés, como un monstruo que emerge del  averno de la inquisición. Se hace difícil verla es ese estado de fealdad, ella que es un mito sexual en cada cosa que toca.  Por lo que respecta a Forman podemos decir que su dirección está bastante desacertada: planos muy cortos con muchos primeros que no saben extraer la expresividad y el sufrimiento que los personajes principales sufren.

   El guión es muy irregular aunque posiblemente por ser excesivamente ambicioso: trata de abordar demasiados aspectos de la sociedad española de la época de Goya, con sus cambios históricos tan rápidos, evoluciones e involuciones incluídas, una gran carnaval de personajes y situaciones a cual más complejas. Es pretencioso y por eso naufraga aunque no omite elementos positivos como la progresión dramática, tan negra como toda la época que retrata. La ambientación, atrezzo y vestuario logra una recreación bastante fidedigna, no se esperaba menos en una superproducción norteamericana.

 
  Es por tanto una obra de dolor y sufrimiento, que Forman martiriza con esos planos cortos de los que hablábamos, hay que verla así. Una película del sufrimiento de todo un pueblo ( el español), de unas clases privilegiadas que ven perder esos privilegios por obra y gracia de la revolución, de Inés y su familia martirizada por el anacrónico Santo Oficio y por Lorenzo, de su hija desconocida Alicia, criada en un orfanato y llevada  a la prostitución y de Francisco de Goya que pasaba por allí y que no es capaz de sustentar nada, con su sordera, alejamiento, dolor y olvido. Un mundo de fantasmas que solo el genio de Goya supo retratar en su excelsa obra pictórica.

lunes, 15 de julio de 2013

EL COCHECITO (1960)

   Otra de esas "joyitas" con que el cine nacional nos obsequiaba en pequeñitas dosis en la época franquista. Una más de Rafael Azcona como co-guionista junto al director italiano Marco Ferreri, que ya habían tenido un enorme éxito con la genial "El pisito" una parodia grotesca de un hombre sencillo que se ve abocado a casarse con una anciana a la espera de heredar. En este caso la idea tiene mucho que ver también con la vejez. Se trata del histriónico y siempre recordado Pepe Isbert ( el de Bienvenido Mr. Marshall) que, muy entrado en años, se encapricha de un cochecito para minusválidos. ¿Cuál es el problema?. Qué el anciano está estupendamente de las piernas, intentará fingir una enfermedad para que su familia le permita tener el cochecito.

    El problema es que el venerable anciano, Don Anselmo Proharán, ha hecho mucha amistad con un grupo de tullidos que se lo pasan pipa yéndose a pasar las tardes a la campiña madrileña y hasta a hacer carreras de cochecitos motorizados por el centro de Madrid.  Y claro, la envidia de verlos a todos motorizados le corroe, el quiere volver a tener amigos, a salir con ellos y encargará el dichoso cochecito, a espaldas de su familia que son su hijo Carlos ( Pedro Porcel), procurador que mantiene a toda la familia y a un pasante, Jose Luis López Vázquez con pelo que es el novio de la nieta de Don Anselmo, interpretada por una jovencísima Chus Lampreave.

   Para conseguir el preciado motocarro, fingirá una invalidez que el médico familiar enseguida detecta falsa y el follón con su familia se acrecentará. Al final tomará el camino del medio para conseguir el dinero robando a su propia familia, incluso empeñando las joyas de su difunta mujer que son herencia de su hijo cometiendo así un flagrante delito. Desesperado tras ser descubierto y viendo que pierde el cochecito decide tomar medidas mucho más drásticas.

   La película se podría calificar de comedia dramática con elementos propios de los guiones de Azcona: el esperpento, el cine negro, la ironía, elementos surrealistas. Todo ello dentro de un cine quasi neorrealista. Escenas memorables, como ocurre con Azcona, en el bufete donde Don Anselmo trata con naturalidad a un individuo que va a consulta por abuso de poder. Como siempre en época franquista tuvo que salvar, !!y de que forma¡¡ a la censura porque en realidad bajo la apariencia de comedia ( que lo es) se esconde una dura crítica social a la España de los 60, un país todavía atrasado económica y socialmente. El mundo de los discapacitados y su difícil integración socio-laboral, la pillería y el engaño como forma de subsistencia, la marginación y exclusión social de amplias capas de la población, el apartamiento de los ancianos como  personas que estorban por su dependencia económica ( recordemos el escaso nivel de las pensiones), la falta de comunicación con ellos y la indiferencia. El infantilismo de la senectud, el desprecio a los diminuídos psíquicos, el trabajo infantil ( nada menos que en un cementerio),etc.

   A pesar de todo ello el film quiere hacernos pasar un buen rato, sacarnos una sonrisa por las situaciones ridículas y esperpénticas a las que la sociedad propende, las miserias del ser humano, en definitiva. Y a fe que lo consigue. Sin ser una película que permita la sonrisa contínua, por su densa negrura intrínseca ( no falta como siempre en Azcona y Ferreri el humor negro) si que es simpática y divertida. La escena del cementerio, cuando van en cochecito a La Almudena ( precioso el plano de la fachada modernista del camposanto) y cómo dejan unas flores a sus seres queridos y ya aventuran que les robarán las flores es deliciosa.

  La música de Miguel Asins Arbós que ya participa en "El verdugo", la obra maestra de Berlanga-Azcona, nos introduce en una mezcla de populismo y situaciones raras, extrañas, muy propias de la temática del film. La fotografía de Juan Julio Baena dispone planos largos y distantes que propician un alejamiento de los personajes hacia el espectador, junto con planos cortos que acercan el drama en las caras de los protagonistas. Muchos planos exteriores de Madrid que ofrecen un aspecto casi documental de aquella ciudad que fue.


    El trabajo de los protagonistas es excepcional, especialmente el de José Isbert ( "Americanos, os recibimos con alegría") que borda un personaje lleno de matices, es el cascarrabias pero también el viejo verde, el enfermo imaginario y hasta el olvidado y apartado viejo que nadie quiere ya seguir sosteniendo ni escuchando. Es ese Isbert, el actor que logró crear un estereotipo de abuelete, entre picarón y entrañable, que ha devenido en necesariamente carismático. El resto de actores también brillan a gran altura, aunque unos escalones por debajo del genio manchego. Atención a una María Jesús ( después Chus a secas) Lampreave, en un papel casi testimonial. Como anécdota dos frailes que visitan el bufete del hijo de Don Anselmo y que son el propio Azcona y Saura, el director.

   Una película imprescindible en la Historia del cine Español, premio de la crítica en el festival de Venecia y que, junto a la también obligada de El pisito, marcan la etapa española del director italiano Marco Ferreri. 
  

 

martes, 9 de julio de 2013

EL CLUB DE LA LUCHA (1999)

    El club de la lucha es una película que marcó el final de siglo suponiendo un punto y seguido en ese cine hipnótico y psicológico tan fin de época constituyendo una de las mejores películas de David Fincher. No en vano es una auténtica joya del cine de culto porque su guión es de una gran densidad y potencia. Se puede hablar de un exceso de violencia, que si violencia gratuíta, etc. pero yo solo veo la historia, el guión,  y me atrapa, no me importa tanta violencia sino que existan los ingredientes necesarios para contar lo que se quiere contar. A pesar de las malas críticas que obtuvo en su estreno para mi no cabe duda que es una obra revisable y con muchos mensajes que en un primer momento pasan desapercibidos. Además, el humor negro que destila me pirra.

   He descrito la película de hipnótica y casi onírica porque todo lo que vemos, en un entorno de una gran ciudad, o gran parte de ello, tiene mucho de paradoja, de sueño de un demente, en un entorno ciertamente hostil, oscuro, casi diabólico que deja bastante desconcertado la primera vez que la ves. En mi caso no pude terminarla en su día por un exceso de somnolencia bien es cierto que era a altas horas de la madrugada y mi sueño en aquella época atravesaba ya severas dificultades. Era una espinita clavada en mi subconsciente, siempre deseando volver a verla. Para esta ocasión me pertreché con una buena dosis de cafeína para no perder ni un ápice de las locuras de un fantástico, como siempre, Edward Norton ( como me gusta este actor) junto a un no desdeñable Brad Pitt ( para mi, una de sus mejores interpretaciones).

   Pues bien, hay que decir que podemos ver la película como una crítica social o, al menos, como una lucha contra ella,  contra sus convencionalismos, contra el aburrimiento y apatía de un trabajo de oficinista regularmente remunerado u otra ocupación cualquiera. Y también una lucha contra el interior de las personas, contra nuestro sistema límbico, ese que está en la frente y mantenemos desde que éramos animales. Pero una lucha fallida pues este se impone en una orgía delirante de violencia, sangre y autodestrucción.  Se podría hablar de una película antisistema, que pretende derribar los muros de nuestro modelo, que derrumba grandes rascacielos de oficinas y derrumba el interior de nuestra propia alma.

   Todo es un cúmulo  de brutalidad y autodestrucción con diálogos impactantes entre Norton y su alter ego, Pitt, una especie de Jeckyl y Hyde postmodernos con situaciones indescriptibles e insólitas. La música de Dust Brothers  acompaña a ese tremendo desquicie de manera muy efectiva. Y que coño, me sentí muy reflejado en Norton, esas noches interminables sin dormir, ese médico que se niega a recertarte nada porque puedes hacer ejercicio y una vida sana y demás sandeces. Este pobre hombre se va a ir volviendo loco aunque asistiendo a terapias de grupo, cuando se desahoga de sus incomprensiones, sobre todo en las tetazas gigantescas de un castrado y hormonado grandullón, consigue dormir. Pero algo ha estado ya larvando en su cabecita que le llevará al paroxismo. La figura de Tyler Durden es icónica y paradigmática y, como alter ego de Norton, consigue arrastrarlo a esa espiral de autodestrucción , a ese antihéroe que tanto nos fascina.  

   

Como crítica negativa es cierto que la historia puede cojear por muchos lados, las costuras se rompen pero, ¿en cuál no?. Si hasta Hitchkock tiene fallos de guión. Pues bien, es cierto que no se entiende muy bien como consigue convencer a tan enorme número de adeptos al club de la lucha, como lo hace en un local tan escondidas sin que nadie se entere ( hasta el final) y otros "peros" que se le pueden hacer como que su jefe no se de cuenta antes, a la vista de las magulladuras con las que siempre acude al trabajo, del camino a la perdición que ha emprendido. Pues todo eso a mi me da igual,  habrá quién diga que la película es de crítica social hacia el consumismo y el sucio mundo capitalista, sobre los problemas de nuestra sociedad, etc. Otros dirán que "nanái del peluquín", que ellos no compran este subproducto, pseudoprogre o psudointelectual. Yo también pensé como ellos por momentos, pero me quedo con la película en conjunto, con sus diálogos, su velocidad endiablada, con esa casa mugrienta y abandonada donde malviven de lujo los dos protagonistas y con esa primera parte de humor negro acudiendo a todo tipo de terapias, incluída la de los castrados por cáncer de testículos, una enfermedad muy difundida hoy día.

     El proyecto Mayhem es el responsable de sembrar el terror por toda la ciudad, disponiendo en los pilares de un gran número de rascacielos de las cargas de explosivo necesarias para convertirla en un infierno. Este terrorismo es el que prefigura ese pequeño club generado en torno a un grupo de insomnes descontentos con sus vidas y dispuestos a autolesionarse para sentirse mejor, en un gigantesco acto de sadomasoquismo. Cada espectador, por tanto, debe dejar de lado sus valores o escoger los que más le interesen para llegar a su propia conclusión. Para mi es un terror delicioso, como ya he señalado. Un gran trabajo del duo Northon- Pitt, no tanto de Boham-Carter, pero sí de Fincher, que realiza otra obra sublime del nihilismo, como ya hiciera con Seven.
  

viernes, 5 de julio de 2013

ELEPHANT ( 2003)

             Cuando termino de ver la afamada cinta de Gus Van Sant, tan premiada como alabada por ciertos sectores de la crítica, quedo unos minutos en estado de shock. Una pequeña parálisis que me hace recapacitar rápidamente y pensar en la vanidad terrible, gigantesca de algunos de estos cineastas tan aclamados e tan innovadores. Es cierto que la apuesta es arriesgada: contar la historia de la matanza del instituto de Colombine, tan trágica y terrorífica de una manera bastante sutil e inocente, usando un lenguaje cinematográfico diferente ( que no  nuevo) y  rompedor, donde la cámara se sitúa detrás de muchos de los protagonistas que se entrecruzan a lo largo de la película en un interminable paseo por su cotidianeidad que sinceramente, poco me interesa. Quizás la única virtud de esta cinta sea precisamente la asepsia, la naturalidad con la que un par de chicos normales y corrientes deciden un día "pasárselo bien" cargándose a cuantos se les ponen a su paso en el instituto de secundaria.

   Una interpretación del "Para Elisa" de Beethoven sirve para poner un punto intermedio en la narración. Verdaderamente se hace interminable otra vez, en este contexto, me desespera si cabe un poco más. Después el caos: una escena del horror nazi en televisión y, a continuación, las armas enviadas por correo, las que van a poner fin a la vida de  muchos de sus compañeros de instituto.  Los dos muchachos que saben que van a morir tan agustito se dan una ducha de placer con final feliz, ¿A qué viene eso?.Y no pensemos que el tío Gus nos va a dar tregua: bien al contrario, seguirá machacándonos con esos planos traseros interminables, ahora desde la perspectiva de la "tontita" del instituto, más bien "rarita" que da otro punto de vista que no me interesa para nada.  Los dos asesinos marchan camino del instituto Columbine y otro plano más desde dentro del coche viendo sus espaldas. Curiosamente, antes de penetrar en el recinto-matadero, advierten al chico rubio de que algo malo va a pasar, salvando así a un número de chavales. Pero todo es completamente arbitrario.Sólo espero que llegue el final y se produzca la masacre para poder dejar de sestear y que mis párpados alcancen a abrise por completo.

    Finalmente aparece un chico negro "Benny" que no se altera por el horror que escucha, los estruendosos disparos y los casquillos de bala callendo al suelo. Nuevamente, de manera parsimoniosa, como si nada le importase, va recorriendo pasillos lentamente, hasta dar con uno de los asesinos, que reprende al psicopedagogo por no haberles hecho caso ante sus denuncias de malos tratos. Por supuesto que Benny es acribillado pero al psicólogo le recuerda como debe comportarse a partir de ahora con chicos como ellos. De alguna manera descarga su responsabilidad en la mala praxis del especialista y lo acribilla por la espalda. Los dos psicópatas se reúnen en la cantina para contar las piezas que han cobrado pero Alex ( Alex Frost), verdadera cabeza pensante de todo el plan, acaba con Erik ( Erik Duelen).

    Si alguna virtud tiene la cinta es la de estremecernos al hacernos pensar que unos chicos cualquiera, sin necesidad de que perpetúen el estereotipo de chicos malos, pueden destrozar por las buenas la vida de toda una comunidad educativa. Ese es el miedo que extraigo de una película pretenciosa y sumamente soporífera. Lo siento Gus, no te compro este producto. Me quedo con Michael Moore.


 

martes, 2 de julio de 2013

CHOCOLAT (2000)


      Dulce parábola del buen rollo, chocolate en vena para cambiar el mundo que nos rodea. Esta película no puede disgustar a nadie, salvo a gente muy puntillosa o  conservadora que crea que las cosas siempre deben ser como ellos creen. A través de una sencilla chocolatería Vianne ( Juliette Binoche) va a remover las conciencias de un anquilosado pueblecito de la Francia profunda en los años 50 del siglo XX. 
En ese pueblo, Lansquenet, se concentran todos los tópicos de la carcundia: el alcalde es un noble que controla la moral de sus vecinos, es un ultracatólico y a través de la iglesia escribe los sermones del joven e inexperto párroco  dirigiendo sus críticas contra todo aquello que altere la tradicional moral. Paradójicamente, su mujer lo ha abandonado pero él dice que está de viaje. Está también el venerable anciano con su perrito enamorado de una bella viejecita que guarda luto por su marido muerto en servicio en la Primera Guerra Mundial. Encontramos a una mujer maltratada que se libera con una poco disimulada cleptomanía. Bien pues todo este mundo singular y típico va a cambiar para siempre con el viento del norte, ese que arrastra a Vianne y su hija Anouk.

   Y va a cambiar en plena pascua, cuando las normas estrictas del buen cristiano debe guardar ayuno en todos los sentidos. Ella introduce a través de sus dulces de chocolate todo un mundo desconocido para esa arquetípica sociedad, un mundo de nueva sexualidad y formas de vida más liberales que provocará el escándalo de los sectores más conservadores de la población aunque un espíritu de rebeldía ante la opresión también se despierte en el ánimo de muchos de ellos, los de espíritu más abierto.

   El alcalde ( Alfred Molina) representa lo viejo y antiguo, con la estatua de su antepasado de sangre azul presidiendo la plaza mayor. Ahí, delante de lo viejo, surge lo nuevo, la chocolatería de Vianne, el futuro, el porvenir que ataca los cimientos de lo arcaico. La chocolatera además de guapa y amable, muy enrollada, sabe ganarse a la gente, sabe percibir la necesidad de cada cliente. Sería una excelente relaciones públicas. Su problema ( y por ende el de su hija) es que su origen es legendario, casi mitológico, relacionado con el cacao en el mundo maya ( de ahí el nombre de la chocolatería) la lleva de pueblo en pueblo cuando el viento del norte sopla con fuerza. Pero en este pueblo echará raíces que le serán muy difícil arrancar. No solo por la aparición de un fugaz Jonny Deep que enamora con su estética hippie y su guitarra al viento y que hará que se centre más en sus propios sentimientos sino su propia hija, cansada de vagar errabunda por la vida. Y un hecho definitivo que le hará plantearse si su existencia tiene que estar ligada a la de su madre a la que lleva siempre consigo.
Caroline ( Carrie Ann-Moss) es la secretaria del alcalde, le sigue en sus ideas porque está enamorada de él. Ve con malos ojos que su madre, Armande ( Judi Dench), una anciana enferma y que va por libre, alquile el local a Vianne. Y también es una madre controladora de su hijo al que impide acercarse a su abuela aunque la dulce chocolatera logrará solventar todos estos problemas, como tantos otros.



    Lo cierto es que Binoche acapara la mayor parte de la atención con su papel de Vianne, la chocolatera, llevando todo el peso interpretativo de la narración pero las actuaciones del resto del elenco son magníficas, tanto Alfred Molina como el conde de Reynaud y Carrie Ann-Moss en el papel de Caroline  hacen un trabajo magnífico. Dejamos a parte a la gran Judi Dench que es Armande madre de la anterior y casera de la chocolatería. Borda como siempre un personaje hecho a su medida, dulce y triste al mismo tiempo, pero decisivo a la postre. Deep es casi testimonial como comentábamos y Leslie Caron como madame Audel es la bellísima anciana que enamora a su particular romeo.
  
     Lasse Hallström continua con este film su exitosa carrera cinematográfica en la que rara vez defrauda, como sucede con Chocolat. La música de Rachel Portman es deliciosa y muy vivaz, resulta inconfundible. Creo que Chocolat resulta una dulce utopía mágica, que nos derrite el corazón con su ternura y sensibilidad.